Reflexiones para tí.

Gedeón

Cuando el ángel del Señor se le apareció a Gedeón, le dijo: “¡El Señor está contigo, guerrero valiente!” Jueces 6:12.

Está bien. Vamos a seguir jugando. Yo soy un guerrero valiente y el Señor me está llamando. ¿Qué guerrero valiente podría ser, si estoy trillando trigo en un lagar escondido, para que los enemigos no me vean? Definitivamente, es un juego o hay algún error.

El valiente hombre que dirigió a los famosos trescientos aparece en el relato bíblico escondido, con miedo, y apenas Dios lo llama, se dedica a poner todas las excusas posibles para no aceptar la tarea. No me parece un ejemplo de héroe.

Quizás hoy tú tampoco lo seas… pero si le das tiempo a Dios, te transformará. Además, pensando en Gedeón, ser prudente no significa ser cobarde.

La primera misión de Gedeón no fue enfrentar con trescientas trompetas y el mismo número de cántaros al poderoso ejército de los madianitas. Su primera labor fue de “entrecasa”. Sencillamente, destruir un altar construido en honor a Baal.

Generalmente, Dios no te pedirá que enfrentes a un ejército de cientos de hombres, si antes no obedeces destruyendo los altares de tu casa.

Gedeón, siguiendo su estilo, actuó con cautela y destruyó el altar de noche. No dejó de hacer la voluntad de Dios, a pesar de saber que las consecuencias de su acto podrían ser desastrosas para él.

Es posible que hoy Dios no te esté llamando para que enfrentes, con trescientos hombres mal armados, a un enorme ejército; es más probable que te esté llamando para destruir pequeños altares en tu vida. ¿De qué altares estamos hablando? Obviamente, no lo sé. Apenas conozco los míos, y te aseguro que son más difíciles de destruir de lo que parecen. Algunos son pequeños, tanto que los demás no los ven, pero sabemos que están allí. Dios pide que los arranquemos. ¡Arráncalos!

Pero recuerda que el trabajo no consiste simplemente en destruir altares equivocados; la orden completa nos pide construir un nuevo altar al único Dios verdadero. Tan importante como vaciar el corazón del error es llenarlo con el bien. Haz lo poco; después, Dios te podrá pedir lo mucho.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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